
Las políticas de distribución de ayudas del gobierno federal han agravado la pobreza, la desigualdad y la salud, afirma un estudio transdisciplinario publicado por el Natural Hazards Center. Este hallazgo suma el caso de Puerto Rico a un cuerpo de literatura científica que ha estudiado factores que llevan al empobrecimiento de una región después del paso de un fenómeno natural.
El estudio transdisciplinario liderado por el economista Dr. Antonio Fernós Sagebien de la Universidad Interamericana, la antropóloga aplicada Dra. Laura Gorbea de PR PASS Workshop y la Dra. Alison Chopel, experta en salud pública, fue realizado como parte de una convocatoria especial del Natural Hazards Center de la Universidad de Colorado, con el apoyo y la subvención de National Science Foundation y el Center for Disease Control. El estudio se distingue porque complementa el análisis estadístico con entrevistas y observaciones de campo que arrojaron luz sobre los posibles mecanismos que contribuyen a acrecentar la desigualdad y la pobreza y a agravar la salud. Al informar sus resutlados el equipo de investigadores se ha dado a la tarea de diseminar posibles cambios que se pueden hacer para mitigar esta situación.
A tres años del Huracán María
“Cuando comenzamos el estudio en octubre del 2020, se cumplían tres años desde el trágico paso del Huracán María y en Puerto Rico aún faltaban por distribuir más del 70% de los fondos federales asignados a la emergencia y a la recuperación,” explica el Dr. Antonio Fernós Sagebien, uno de los tres co-investigadores principales quien además es profesor de economía y finanzas en la Universidad Interamericana Recinto Metro. “Conociendo la devastación del Huracán María anticipábamos ver un crecimiento en la pobreza, pero a simple vista los datos de la Encuesta de la Comunidad recopilados por el Negociado del Censo de los Estados Unidos parecían contradecir esto porque éstos reflejan un decrecimiento de la pobreza. A raíz de esta contradicción, el análisis cuantitativo buscó entender primero la relación entre la pobreza y los daños causados por el huracán.”
El análisis cuantitativo pudo constatar que el cambio en la pobreza guardaba una relación estrecha con el cambio en la población. Los municipios que experimentaron una reducción en la población, frecuentemente coinciden con una reducción en la proporción de la población bajo el nivel de la pobreza. Pero cuando en el análisis tomamos en consideración (contralamos el efecto de) el cambio en la población de cada municipio se puede observar que sí hubo un cambio positivo marcado en la pobreza antes y después del Huracán María. En la mayoría de los municipios la pobreza iba retrocediendo entre el 2014-2017, pero después del Huracán María se registra un crecimiento de la pobreza.
Contrario a otras jurisdicciones en los Estados Unidos, el estudio revela que en Puerto Rico, los daños a la propiedad no coinciden ni explican el alza de la pobreza, pues la relación observada es inversa con el empobrecimiento. El estudio sugiere que los daños reportados se relacionaban más con el desarrollo económico previo al huracán y daños a la infraestructura del municipio. “En otras palabras, el valor monetario de los daños parece coincidir con edificaciones más costosas, pero esa monetización de daños no capta el tamaño proporcional de la pérdida de vivienda y modos de subsistencia de muchas personas. De hecho, un mejor indicador del empobrecimiento de un pueblo resultó ser el número de muertes precipitadas por el paso del Huracán María” explicó la antropóloga aplicada y co-investigadora, Dra. Laura Gorbea, quien a su vez es directora ejecutiva del Puerto Rico Public and Applied Social Sciences Workshop (PR PASS Workshop), entidad que ofreció oportunidades de aprendizaje a una decena de estudiantes durante la investigación.
El estudio demuestra que la pobreza se vuelve a agravar por el proceso de distribución de fondos de emergencia. “La literatura científica hasta ahora se había enfocado en los 50 estados, luego de estudiar el comportamiento de la pobreza y la inequidad económica, nuestro análisis confirma que el patrón se repite en Puerto Rico,” afirmó la Dra. Alison Chopel, experta en salud pública y co-investigadora. En esta parte del análisis el economista explica que para analizar el impacto los fondos distribuidos sumaron aquellos distribuidos a residentes con los fondos distribuidos a municipios. “Los datos son claros, hasta ahora, en los municipios donde más fondos han llegado, se ha registrado un crecimiento en la pobreza” afirma Fernós Sagebien.
Contradicciones en la recuperación frente a la pandemia
El crecimiento de la pobreza crea un cuadro de desigualdad económica que incide en la salud del pueblo. Chopel describe esta relación como un “ciclo donde la pobreza e inequidad contribuyen a aumentar riesgos a la salud, y las enfermedades, a su vez, exacerban la pobreza.” La investigación utilizó los informes diarios de casos de COVID-19 del Departamento de Salud para estudiar cómo éstos se correlacionan con otros factores socio-económicos. Chopel informa que la relación más estrecha se encontró entre los municipios que recibieron más ayuda federal de FEMA y CDBG-DR entre 2017 y 2020, se registraron más casos de COVID-19. El segundo factor con la relación más estrecha con los casos de COVID-19 por municipio resultó ser las muertes del Huracán María, seguido por el indicador de la desigualdad calculado para cada municipio (el coeficiente Gini). “La correlación observada fundamenta nuestra conclusión de que las políticas de recuperación y desarrollo económico son políticas de preparación para manejar desastres naturales y, a su vez, son políticas de salud pública,” asegura Chopel. Por esta razón, Chopel advierte que “al planificar la respuesta a la pandemia no se puede ignorar el impacto de las mismas, especialmente si vemos que éstas contribuyen al empobrecimiento y marginalización de miles de personas. Las estrategias de salud tienen que informarse del panorama económico y social para facilitar la equidad en el acceso a la salud.”
Burocracia y redes sociales repercuten en la salud
La colección de historias y encuesta de comunidades que realizaron los co-investigadores resalta cómo la burocracia de los procesos de ayuda termina transgrediendo y vulnerabilizando aún más al que está buscando ayuda. “La violencia invisible del proceso y el papeleo gubernamental deja un impacto tangible en la salud de personas y comunidades,” afirma Gorbea. Allí donde sufrieron grandes pérdidas durante el embate del huracán, aguantaron la demora en establecer procesos, finalmente, cuando las ayudas se anuncian, tienen que soportar el cambio de personal, formularios e información de una creciente lista de evidencias para justificar la necesidad, y si tienen suerte y no son descalificados reciban una porción de la cantidad que se requiere para poder ponerle un techo a su hogar,” recuenta Gorbea. Otros temas sobresalientes que se repiten a lo largo de las entrevistas son el costo a la salud y bienestar, la gratitud a vecinos y un fortalecimiento a las redes sociales y comunitarias que además se manifiesta en un aprecio y apego por lo local.
La recopilación de datos realizado por los estudios de caso del estudio comparó las experiencias de dos pueblos vecinos, uno más poblado y cercano al área metro ampliamente definida y otro pueblo descrito como “más campo,” donde el equipo de trabajo pudo constatar carreteras que aún tienen las barreras temporeras para poder canalizar el tránsito mientras aguardan ser reparadas. Aunque en ambos pueblos la infraestructura municipal aún aguarda recibir fondos de emergencia para poder restaurar servicios a su estado previo al huracán, los dos fueron seleccionados porque representan un caso típico y uno atípico, a la observación de la relación entre la distribución de los fondos y la pobreza. En los pueblos estudiados se registran patrones muy distintos de distribución de fondos federales de emergencia y recuperación y ayudas locales. Desafortunadamente, el municipio que registra más pobreza y más crecimiento de inequidad económica, representa el promedio.
Los fondos de ayuda fluyen con mayor agilidad por redes y relaciones ya establecidas y reguladas. Aunque esto suena obvio, esto repercute en que las poblaciones marginadas antes del Huracán María estaban en condición precaria que se agrava pero tienen el camino empinado o cerrado para recibir ayudas del gobierno. En el municipio con menor tasa de pobreza inicial, luego del huracán María se reafirma en esta tendencia, mostrando una caída en el porciento de la población bajo el nivel de la pobreza. En la muestra entrevistada sólo 4% reportó pérdida total del hogar en el municipio más urbano, sin embargo los participantes reportaron tener más éxito recibiendo fondos federales de emergencia y menos éxito recibiendo ayuda no monetaria de entidades sin fines de lucro. Por otro lado, en la muestra entrevistada en el municipio considerado más “campo” encontramos el 70% de las historias recopiladas de pérdidas totales. Casi la mitad de los entrevistados afirmaron haber sufrido pérdida total de su hogar o pérdidas significativas. Pese a esto, el porcentaje que reconoce haber recibido fondos de FEMA es menor. En este proceso se profundiza la pobreza.
Al buscar el impacto de servicios de entrega de alimentos y otros bienes cotidianos después del huracán, vemos otra vez, que la red social y las relaciones personales son las que ayudan a que en el municipio considerado más “campo” recibiera más gestos de solidaridad de iglesias, se vea la presencia de organizaciones sin fines de lucro, vecinales y negocios. Esta red social de apoyo mitigó el impacto del empobrecimiento de algunas personas conectadas a la red, y se mantuvo activa cuando llegó la pandemia. El estudio reseña por lo contrario en el municipio donde se registra una reducción de la pobreza, los participantes experimentaron una breve solidaridad entre vecinos después de María pero con el tiempo mientras se profundizaba su necesidad, no supieron de servicios de ayuda, alimentos o bienes, sintiéndose aún más marginados en medio de un municipio donde la pobreza parece reducirse. La Dra. Junia Howell, socióloga estadounidense, hipotetizó que la dependencia de las redes sociales puede ser otro factor que aumenta la inequidad, porque nuestras redes sociales suelen incluir personas de la misma clase con la misma carencia o abundancia de recursos, y porque las personas más aisladas son las más vulnerables. Chopel añade que el aislamiento es otro riesgo de salud física y mental, mientras Fernós Sagebien destaca que el decrecimiento actual en la población está exacerbando el aislamiento, especialmente de la gente de tercera edad.
Vivencias al margen de las ayudas
El estudio señala que las expresiones de solidaridad que se concretan de manera espontánea e informal en apoyo con la vivienda, familia o las estrategias económicas de sobrevivencia se encuentran en conflicto con el esfuerzo del gobierno de ayudar a sus ciudadanos. Gorbea alude a varias historias de participantes que demuestran cómo las expresiones de solidaridad informal y gubernamental entran en conflicto. Miguel, un padre soltero, estudiante de universidad que trabaja y a lo largo de dos años logra construir una casita de madera en ese techo de la casa de un familiar, regresó a ver su casa destruida y no tiene recursos para poder pedir asistencia para rehacer su hogar. “Como Miguel hay otros que construyeron en solares de parientes o viven en casas y de forma similar si carecen de permisos o titularidad terminan invisibilizando esa vivienda e ignorando la necesidad de personas que no pueden fácilmente reponer lo perdido. Sucede cuando una familia vive en la casa que era de una tía abuela o compadre que muere sin herederos. Estos acuerdos de apoyo de vivienda operan con un convenio social, pero la ayuda que se anuncia en práctica no les llega,” comenta Gorbea.
Entre las prácticas que más preocupó a los investigadores se encuentra la facilidad con la que se recomendaban y aprobaban préstamos en vez de dádivas. “Primero pasa por el préstamo de SBA, cuando ellos te denieguen regresa” comentaron varios participantes del estudio. “En ese proceso, las alcapurrias que vende Margarita con el racimo ocasional que le regala un vecino, las gallinas de Héctor y la costura ocasional de Victoria son el punto de entrada a un préstamo que antes del Huracán ninguno habría considerado tomar. Pero ante la necesidad algunos aceptan, mientras que otros reducen aún más sus gastos o si pueden se mudan a casa de un familiar en lo que vuelven a arreglar su casa a pulmón.
Cambios recientes
El cambio es posible. Los cheques de estímulo federal por la pandemia fueron evidencia que en diferentes circunstancias las políticas de ayuda se diseñaron de manera muy distinta. En Puerto Rico vimos que los fondos de ayuda durante la pandemia se distribuyeron en 15 meses usando una variedad de programas dirigidos a individuos y comercios. Sobre este particular Fernós Sagebien informa que “Investigaciones sobre el impacto de los cheques de estímulo federal en la pandemia sugieren que el cambio redujeron la pobreza en los 50 estados, por las razones que hemos discutido esto puede o no haber sido el caso en Puerto Rico.”
En la respuesta al Huracán Ida, FEMA anunció que flexibilizaba la manera de evidenciar el derecho a la vivienda con el objetivo de ampliar y agilizar la distribución de ayuda en Luisiana y Misisipi. “Lo que falta por ver es cómo aplicamos localmente esas lecciones. Al día de hoy, todavía quedan por distribuir más de la mitad de los fondos asignados a atender la emergencia y recuperación del Huracán María, es importante parar y repensar cómo estamos encaminando la recuperación,” concluye Gorbea.
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